Hoy os voy a hablar de un restaurante de referencia en Castilla la Mancha, concretamente en el pueblo medieval de Sigüenza, Guadalajara. De la mano de los hermanos Enrique y Eduardo Pérez, El Doncel se ha convertido en la vanguardia gastronómica seguntina y seguramente de Guadalajara y Castilla la Mancha.
Emplazado en una casona del siglo XVIII, que también alberga el hotel del mismo nombre, el restaurante cuenta con una sala no muy grande pero muy acogedora y cálida. Nos recibió Eduardo Pérez, maître del restaurante y hermano del Chef. El servicio y la atención fueron excelentes. Eduardo nos explicó la carta además de comentarnos la posibilidad de adaptar y personalizar los platos según nuestro gusto y el apetito que tuviésemos.
La carta de vinos es bastante extensa y alucinamos cuando supimos que tenían unas 150 referencias más en su bodega que no aparecían en la carta; charlamos un buen rato sobre estos y finalmente nos recomendó un vino de la tierra, Finca Río Negro. Un vino joven con 11 meses de barrica, por muy poquito un crianza. Tempranillo, syrah, merlot y cabernet sauvignon, color rojo cereza intenso, complejo en nariz y expresivo en boca, fue un fabuloso acompañante para la cena y la velada.
A modo de aperitivo, cortesía de la casa, nos trajeron una crema de patata, zanahoria y cítricos con dado de cordero escabechado. Antes, degustamos un aceite de oliva verdeja con el pan artesano de la casa. Todos los entrantes y platos de la carta tenían una pinta estupenda, menos mal que Eduardo nos ayudó con la elección.
Para empezar, pedimos el carpaccio de corzo con su helado de tomillo. Fue una explosión de sabores, la carne fresca y tierna pero a la vez con el intenso sabor típico de la caza en combinación con el helado dulce y cremoso de tomillo…
Torrezno crujiente por los cuatro lados, para mí lo más curioso de la cena. Después de ver en las barras de todos los bares de Sigüenza esos torreznos grandes y grasientos (algunos parecía que iban a salir corriendo!), me sorprendió mucho la originalidad con la que se presenta este elemento tan sencillo y típico. Parecía una bola de palomitas con un corazón de carne, el sabor era fino y se deshacía y explotaba en la boca como los Peta Zetas.
La croqueta de boletus Edulis y cecina fue quizás lo menos llamativo, aunque con una bechamel de textura perfecta.
Como plato principal, pedimos albóndigas de corzo con trufa, que nos sirvieron acompañadas de arroz negro con hongos y boletus. Este plato no está en la carta, fue una recomendación del maître aprovechando la reciente apertura de la temporada de caza. El perfume de la trufa combinado con la contundencia de la carne y el aroma a madera del arroz resultó DELICIOSO. Se me saltaban las lágrimas.
Para terminar un postre para los más golosos, crema de arroz con leche con bizcocho borracho y helado de canela y caramelo. Me gusta lo dulce y me encanta lo muy dulce pero por alguna razón este postre no llegaba a empalagar, era suave, cremoso y sutil ¡Una delicia!
A veces cuando hablamos de innovación, sofisticación o vanguardia en la cocina, nos imaginamos algo artificial y frío. Sin embargo, las sensaciones que me transmitió la cocina de Enrique Pérez es más bien lo contrario: cercanía, recuerdo, tradición, sabor y un toque de genialidad es lo que me llevo del restaurante El Doncel.
Como diseñador, no puedo dejar de comentar la imagen corporativa y diseño de El Doncel, un trabajo fresco y atemporal, pero claro, no es de extrañar… hablando con Eduardo Pérez me entero de que fue un proyecto donde colaboraron Javier Mariscal, Forges y Javier Royo ¡Nada más y nada menos!
El Doncel también organiza cursos de formación monográficos y personalizados, catas, actividades de coaching además de otros muchos proyectos e iniciativas relacionadas con el mundo de la gastronomía.
Saludo y agradezco desde aquí a Eduardo, su atención y amabilidad, y el detalle que tuvo con el equipo de Enoarquía al regalarnos un ejemplar del libro que han escrito él y su hermano Enrique «RESETAS«.
Pues tomo buena nota porque siempre hay una buena excusa para visitar la provincia de Guadalajara en general y Sigüenza en particular, y El Doncel parece ser una de ellas. El torrezno crujiente me ha fascinado…….
Pues ha llegado el momento. El sábado me daré una vuelta por el Doncel y saludaré a Eduardo de tu parte.
Ey que bien! Pídeles que te den una vuelta por la bodega, tienen muchas referencias. Y pregúntales por los cursos y actividades que organizan, igual es un buen destino para el equipo de Enoarquía. Bueno, sobretodo disfruta de la cena 😉
Re-formo el comentario con fecha 6 octubre 2018 magnífica experiencia gastronómica