Diseño y vino

Una etiqueta es una marca que sirve para dar al consumidor información sobre el producto que va a consumir, y parte de esa información, según la regulación de cada país, es estricta y debe aparecer siempre. En cómo se muestra esa información, está la gracia. He visto muchas formas, colores, troquelados, tipos de papel y técnicas de impresión, pero lo importante es lo que esa etiqueta logra comunicar y evocar, algo que el productor de vino quiera transmitirnos.

Cada vez más, los productores de vino hacen uso del marketing para vender sus vinos. Una parte importante de ese marketing es el etiquetado de sus botellas, su diseño y la campaña o el mensaje que éstas reflejan. La creación de etiquetas de vino ya casi se ha convertido en una disciplina del diseño gráfico y, afortunadamente, cada vez vemos etiquetas más originales. Ya era hora… tanto dibujo del château, manchas de vino en el mantel y tipografías serifas ((Las serifas (del inglés serif), remates o terminales son pequeños adornos ubicados generalmente en los extremos de las líneas de los caracteres tipográficos. Las tipografías Times, Georgia, Garamond y Courier son ejemplos de estilos de letra con remate.)) aburridas hacían imposible el amor a primera vista en un estante de supermercado.

Es obvio que el diseño de una etiqueta de vino no va a hacer que el contenido de esa botella sea mejor o peor y, al final, la botella va al contenedor; pero si no vas a tiro hecho y no sabes lo que vas a comprar, la etiqueta puede condicionarte a la hora de elegir. Ahí está el poder del diseño, y para eso sirve. No sólo es la etiqueta lo que destaca… la misma forma de la botella, el collarín, el sello, el sellado, también son partes de la botella que pueden seducir.

El tema da para mucho más, pero de momento os dejo una selección de etiquetas que me han llamado la atención, vinos que elegiría en un estante repleto, por destacar sobre los demás.