Dentro de los eventos de celebración del 5º aniversario de La Tintorería, Madrid tuvo el placer de recibir la visita del enólogo Juan Antonio Ponce para compartir experiencias y presentar en primicia la nueva añada de algunos de sus vinos. La Enoarquía al completo comparte afición y entusiasmo por sus vinos, convertidos en algunos de los más sorprendentes del panorama actual español, y ya os contamos también nuestra visita a la bodega el pasado noviembre. Allí conocimos de primera mano el proyecto tan personal de esta familia que ha sabido combinar verdad y honestidad, y lo conocimos de la mano de su padre Juan Antonio y su hermano Javier, ya que Juan Antonio se encontraba de viaje en Estados Unidos.
Con la visita a Madrid, tuvimos la oportunidad de conocer en persona al abanderado de la Bobal de la Manchuela. Por fin conocimos en persona a Juan Antonio Ponce, al “crío”, como lo llama cariñosamente su padre. Joven, delgado, casi con cuerpo de torero, risueño, directo, sincero, buen comunicador, me hizo mucha gracia cómo al tiempo que se iba soltando y relajando, aparecía en su discurso ese acento tan característico y familiar para mí, esos dichos y entonación de Cuenca. Y es que Juan Antonio es un tipo ligado a la tierra, su tierra, la Manchuela, y así lo explicó a los asistentes, que Iniesta, lugar donde se encuentra su viñedo, no es Mancha, sino Manchuela.
La Manchuela
La Manchuela se encuentra entre los ríos Júcar y Cabriel (aprovecho para recomendar una visita a las hoces de este último) y cuenta con unas condiciones orográficas y climatológicas bien particulares. Los suelos son arcillosos con base calcárea de los sedimentos de ambos ríos, lo cual favorece que se recoja y mantenga el agua de lluvia que cae cuando aún no ha crecido la uva. Hay escasez de humedad, y ausencia casi total de lluvias entre mayo y septiembre, que unido a la gran cantidad de horas de sol durante la maduración de la uva, hacen que el riesgo de enfermedades sea mínimo. Los viñedos se ubican a una altitud de entre 600 y 1.100 metros sobre el nivel del mar en un clima continental pero influido por la cercanía de Levante y sus vientos. Las altas temperaturas diurnas producidas por el viento de poniente y el frescor nocturno de la brisa mediterránea favorecen una maduración lenta. Todas estas características, unidas a producciones moderadas, proporcionan un marco idóneo para garantizar la personalidad y extraordinaria calidad de los vinos de Bodegas Ponce, cultivados además bajo los dictados de la biodinámica.
Los orígenes de Bodegas y Viñedos Ponce
Juan Antonio nos contó sus orígenes, su relación con la viticultura desde niño y cómo dio el paso para estudiar en la Escuela de Viticultura y Enología de la vecina Requena. De ahí pasó por la Cooperativa de su pueblo, de Iniesta, luego vendría su experiencia con Telmo Rodríguez, su paso por Francia, hasta el año 2005, momento en el que decidió apostar por un proyecto propio. Nos tuvo a todos embelesados atendiendo a sus explicaciones, hablando con la franqueza, sinceridad y modestia propia del que aún no es GRANDE con mayúsculas por joven, pero no por falta de talento. Como cuando recordaba su época de estudiante y lo poco que tiene que ver lo aprendido con el día a día de un viñedo, cuando contó sus inicios con dos tinos de madera de 5.000 litros y unas cuantas barricas, todo usado y comprado en Francia, o como cuando comentó que desde 2007 no trataba con azufre el viñedo.
Los vinos
En estos momentos en Bodegas y Viñedos Ponce se elaboran diferentes vinos, principalmente de la variedad bobal, pero también se han recuperado variedades autóctonas como son la moravia agria y la albillo. Tanto en el proceso de vendimia como en el de crianza, Juan Antonio Ponce no es de los que se amolden a un periodo concreto para cada vino, sino que trata cada uno según la añada y la parcela de la que proceda:“ Si hay que adelantar la vendimia de alguna parcela y coincide con las fiestas del pueblo a finales de agosto, pues se adelanta, mientras que el resto de viticultores disfrutan de las fiestas, nosotros estamos amoldándonos a las características de la parcela y de la añada”. Lo mismo sucede con la crianza, el tiempo que permanecen los vinos en madera, buscan únicamente encontrar el momento de equilibrio de cada uno de ellos para ser embotellado. Con una misma variedad de uva elaboran diferentes tipos de vino, a pesar de tener todos ellos el mismo tiempo de crianza en barrica o depósitos de madera. El secreto de los vinos Ponce no está en la bodega, está en el viñedo.
El pasado día 24 de abril catamos siete de sus vinos, algunos de ellos de la nueva añada, otros de 2012 y 2011, os cuento lo que nos parecieron y lo que sentimos al beberlos.
Reto 2013
Comenzamos por el único blanco de Bodegas y viñedos Ponce. Reto se trata del desafío personal de Juan Antonio por elaborar un vino blanco de la zona con una variedad de uva autóctona y recuperada, la albillo. Su primera añada fue 2010 y con las diferentes añadas el vino va ganando en intensidad, en frescura y en complejidad. Particular color amarillo dorado, muy brillante. En nariz recuerdos a miel, anisillos, que evolucionan a brezo y hierbas aromáticas. Muy buena acidez, Juan Antonio comenta que lo encuentra más afilado que 2012 con el mismo tiempo en botella. Complejo y elegante, diferente. Destacan también recuerdos minerales que quedan en su final largo.
Clos Lojén 2013
Para expresar la tipicidad más mediterránea utilizan diferentes parcelas de suelos arcillo-calcáreos con cepas de bobal de entre 30 y 50 años. Se trata de un vino fresco, con una buena presencia de fruta y perfecto para tomar en cualquier momento del día. Color cereza brillante, borde violáceo, en nariz fruta madura, hierbas silvestres, en boca es sabroso, perdura la fruta, largo, fácil de beber. No había conseguido nunca catar ni comprar al pequeño de la bodega y desde luego es un vino que no deja indiferente, con una relación calidad-precio buenísima.
Buena Pinta 2013
Ganas inmensas de catar Buena Pinta. Este vino, en palabras de Juan Antonio, se trata de un motivo de orgullo por haber podido recuperar otra cepa autóctona de la zona, la moravia agria, caracterizada por ser una variedad de elevada acidez. Destaca por su color claro y borgoñón, muestra fruta roja, flores. Complejo y estructurado en boca, buena acidez, taninos ligeramente verdes. El vino impacta, seduce a los presentes, ofrece terruño y carácter. Un pequeño tesoro.
La Casilla 2012
La Casilla es un vino procedente de cepas de bobal de entre 35 y 70 años, principalmente de suelo calcáreo. Esta mayor antigüedad de las parcelas y el tipo de suelo aportan seriedad y complejidad al vino, aunque no pierde un ápice del toque frutal y la fragancia de los vinos de Juan Antonio. Color picota, fruta negra, violetas, torrefactos, buena acidez y buena estructura. Vino con fuerza y muy disfrutable. Con los siguientes vinos, PF y Pino, nos cuenta Juan Antonio que el reto es llegar a plasmar los pequeños detalles de cada una de las parcelas, ya que son vinos de finca mucho más complejos y personales y están elaborados para que nos sorprendan con el paso de los años.
PF 2012
En palabras de Juan Antonio, PF es su vino de más éxito y el que más satisfacciones personales le ha dado. Si a esto se une que esta parcela de Pie Franco fue plantada por su abuelo hace más de 70 años, se entiende aún más el valor añadido de este vino para los Ponce. Recuerdo como en la visita a Iniesta, Maribel, la madre de Juan Antonio, comentaba también que para ella se trataba de su vino favorito. Color cereza brillante, muy aromático en nariz, nuevamente frutos negros maduros, monte bajo, “after eight”. En boca presenta muy buena estructura, taninos dulzones y fondo mineral.
Pino 2011 y 2012
Llegamos al final de la cata. Flequi nos sirve Pino 2011 y 2012, la gran apuesta de futuro de Juan Antonio. Impresionantes los dos vinos y las diferencias en las añadas. Colores similares e intensos en ambos, picota con reflejos púrpuras, mucha fruta negra, notas de botica en 2011 y aromas más cremosos y balsámicos en 2012. El tiempo de guarda de 2011 ha afinado el vino, perdiendo quizás la fuerza que desprende 2012, pero el aroma, la elegancia, la intensidad, complejidad y textura aterciopelada de ambos es buenísima.
Finalizamos la cata con muy buenas sensaciones. Vinos sobre todo muy disfrutables, peculiares y diferentes. Destacaría como triunfadores de la noche Buena Pinta 2013 por el carácter que desprende y Pino 2012, soberbio en este momento. Hubo tiempo para algunas preguntas y para que Juan Antonio nos apuntara su principal reto: trabajar el presente e ir dibujando y construyendo el futuro de su familia y de sus viñedos, como ya hizo su abuelo con su padre y que a él le gustaría continuar con sus hijos.
¡Que pena no haber podido ir ese día a la cata a conocerlo en persona! Ya habrá otra oportunidad, de momento nos conformaremos con sus vinos que nunca faltan en casa ¿verdad? El nuevo lote de Buena Pinta ya ha llegado ¡Como entra ese vino!
He probado La Casilla y,… buenísimo!!!
¿Verdad que si Pplaza? Pues te animo a que sigas con alguno más de los Ponce. El Buena Pinta es indispensable, ya me lo dirás.
Creo que la variedad blanca es Albilla, no albillo como se describe en el texto…
Albilla o albillo de Albacete, hoy albillo de Manchuela. Es el habitual lío de sinonimias de las variedades. Se puede decir que tanto albilla como albillo es correcto, aunque lo más adecuado es albillo de Manchuela.