Parto de la base de que todo aquel que elabora vino, desde la humildad del trabajo diario, desde la sintonía con el medio, se merece todo el respeto. Digo esto para evitar que este texto sea malinterpretado. En un mundo del vino cada vez más globalizado y tendente a la homogeneización, personas como Fabio Bartolomei y sus vinos son de una manifiesta necesidad.
Llevo al título de este artículo los famosos versos de Rodrigo Caro, pues así debió de encontrarse Fabio algunos de los majuelos con los que ahora elabora sus vinos, […] «campos de soledad, mustio collado» […]. La recuperación de estos viñedos y, en definitiva, de la vida en ellos, ya es suficiente motivo para darle cabida en estas páginas y para mostrarle nuestro apoyo de cara a afrontar los retos futuros.
Su forma de trabajar el viñedo consiste, entre otras acciones, en dejar crecer todo y luego en mayo, para la primavera, segar todo con tractor y dejar que se quede ahí cubriendo el terreno. La tierra sólo la ara cada dos años. Ejemplos estos de su filosofía de no-intervención, de dejar que la Naturaleza sea la que trace el camino a seguir.
Fabio, y aquí, como en el resto del artículo, vierto mi opinión personal (sin duda infundada), gusta de jugar al despiste. Prefiere eludir cualquier polémica, dar la razón a todos, tanto detractores como acólitos. “No necesito certificarme, mi producción es pequeña, conozco casi todos mis clientes y por el boca a boca todos saben cómo trabajo”.
Sus vinos son, por tanto, reflejo para lo bueno y para lo malo de su forma de ser.
Empezamos la cata por, según Fabio, “el más sencillo de mis vinos”, su Airén 2014 del viñedo de Carabaña. Buena nariz, franca, a flores blancas. En boca hay un claro predominio de un gusto que describiría como al del kiwi muy maduro, casi pasado. Pese a que en vista se presentaba algo turbio, comparado con el resto de vinos, no lo resultó tanto, ni hubo rastro de turbidez ni en nariz, ni en boca. Sin duda un vino disfrutable, de los de trago largo y repetición.
El siguiente vino fue Doré 2014, el nombre es el que a él le transmitieron como el propio de la variedad, proviene de un viñedo en El Tiemblo. La nariz me resulta difícil de describir, en boca me asaltan recuerdos de naranja amarga. Preguntado por el oscuro color de sus blancos, Fabio contestó no saber la causa, indagado si podría ser motivado por la oxidación, consideró que era difícil pues cubría los depósitos con una tapa flotante rellena de aire. Como se le insistiera en su opinión sobre el porqué de dicha tonalidad, sólo pudo opinar que era el color resultante de sus uvas.
De Cebreros venía el siguiente vino, un sauvignon blanc de 2013, elaborado en tinaja de unos mil litros y sin enterrar. Proveniente de una parcela con raigambre, concretamente de Finca Quexigal, desde cuyo origen monástico, en época de Felipe II, fue pasando por diferentes manos aristocráticas y, en la actualidad, es propiedad del Grupo Eulen, dueños también de Vega Sicilia, quienes a pesar de mimar el viñedo, venden la uva a la cooperativa local.
Dentro de este despiste al que juega Fabio, comentó no haber probado el vino elaborado por Daniel V. Ramos con uvas de esa misma finca, y eso que comparten bodega.
Entramos aquí ya en vinos al límite, tan al extremo que uno entiende que haya quien no los considere vino, sino más bien una especie de zumo parcialmente fermentado. Vinos de aspecto turbio que en boca no se me ocurre mejor definición que la del Tang aguado. Entiendo que esta descripción no sea fácil de comprender para nuestros lectores de menos de 35 años, o de lugares que no contasen con la citada marca de bebida casera, pero básicamente consistía en prepararte un refresco de naranja en casa añadiendo al agua los polvos contenidos en un sobre. Si no se revolvía bien, los polvos quedaban al final del vaso y al apurarlo notabas su fuerte sequedad. Pues eso.
De Villarejo de Salvanés provenía el siguiente vino, Malvar 2013. Tras pasar, ¡ni más ni menos que un año macerando en tinajas de barro! (en principio se debió según cuenta Fabio a un error, cuyo resultado le gustó y convirtió en norma). Es decir, vinificación “sobremadre” llevada al extremo. En nariz no tardan en aparecer los aromas a queso azul, ¡cabrales! Otra vez la sensación de los posos del Tang en boca. Me río para mis adentros ante la ocurrencia de que se trate de un vino naranja, es decir un vino blanco macerado con sus pieles.
Volvemos a El Tiemblo, en esta ocasión para probar su albillo 2014, también en tinaja. Otro vino sin duda peculiar, no sé cómo describirlo en nariz, digamos que no canta tanto como los anteriores. En boca sorprende, esperas otra cosa y muestra cierta redondez, a la vez que cierta frescura, una acidez que aparece y desaparece, o cuando menos se hace menos presente, cada que volvemos a la copa, puede que también fuese consecuencia del aumento de temperatura del vino según pasasen los minutos.
Dejamos los blancos para adentrarnos en los tintos, comenzamos con una garnacha, también de El Tiemblo, de la añada de 2013 y fermentado en barrica vieja. A todas luces distinto del resto de elaboraciones, ya sea por las uvas empleadas o por cualquier otro motivo, los tintos de Fabio son, cómo decirlo, menos peculiares, las variedades son más reconocibles, los vinos parecen más vinos, hasta llama la atención encontrarse con aromas a frutillos rojos, frambuesas…
Terminamos la cata, sin salirnos de El Tiemblo, tan sólo cambiando la variedad, pero de la misma añada y muy posiblemente igual método de elaboración. Nos ofrecen, a modo de despedida, el vino elaborado con la uva tempranillo. Al igual que el anterior, sorprende por no ser tan extraño. Y me pregunto si es eso defecto o virtud.
En sus blancos me resulta complicado sacar las variedades o su terruño, pero creo que sí reconocería a su autor. En el bando de los tintos, lo opuesto. Tomándome la licencia de parafrasear a mi antojo el título de la afamada obra teatral del gran Pirandello, diría que para los blancos se trata de un autor en busca de cinco vinos y, en el caso de los tintos, dos vinos en busca de autor.
Estoy convencido de la gran adaptación de sus viñedos a su entorno, lo que me falta es la perfecta simbiosis de Fabio como artesano de estos vinos. No me cabe ninguna duda de que él no se dejará ninguna tecla por tocar y que, antes o después, dará con la clave para elaborar unos vinos únicos.
PS: Agradecer al equipo de Enoteca Barolo, una vez más, la oportunidad que nos brindan de conocer buenos vinos a través de sus elaboradores. Un placer, cómo siempre.
Lorenzo,
Gracias por venir a la cata y por tomarte el tiepo para escribir este bonito post. Creo que me has ‘capturado’ a mi y a mis vinos bastante bien!
Tienes razón cuando dices que no me gusta hacer polémica simplemente para hacer polémica; pero sí me gusta discutir (siempre con respeto y educación y sin entrar en descalificaciones etc) sobre temas interesantes para ambas partes, tal como las intervenciones en bodega, el uso y abuso de sustancias químicas en el viñedo y en la bodegas, el etiquetado, ventaja y desventajas de filtrar/clarificar o no, uso de levaduras autóctonas o industriales, etc). pero opino también que hay que dejar hablar al propio vino, que su ‘opinión’ tiene mucho más peso que las meras palabras de su productor o de su detractor.
(En cuanto al vino de mi compañero Daniel Ramos, debimos de perder algo en la traducción, porque sí que lo he probado. Solo que el no hace un mono-varietal de Sauvignon Blanc con esa uva, sino que hace un coupage 50/50 con Albillo.)
Sobre mis vinos tintos, ¿defecto o virtud? Jajaja ¡me parto! Otra vez tienes razón – yo tampoco sé si es un defecto o una virtud que mis tintos sean tan … como decirlo? .. convencionales! J
Interesante tema que sacas aquí sobre variedades y terruños. Mientras que para ciertas regiones de mundo existe un consenso sobre lo que deben expresar las variedades y el terruño, ya que hay literatura y notas de cata y opiniones vertidas por expertos y no expertos durante los últimos 200 años por lo menos, para otras regiones no hay nada … de momento. ¿Qué se puede leer sobre como debe expresarse un Airén de la Mancha, por ejemplo? Que yo sepa, somos tres (3) productores que intentamos hacer un vino de calidad, digno de comentar, usando el Airén, en una inmensa región, cinco veces más grande que la Borgoña, por ejemplo. ¿Quién puede decirnos algo sobre el terruño de la Mancha y como se debe expresar el Airén de allí? Simplemente no existe la literatura ni masa crítica de opiniones de productores o de consumidores o de catadores. De hecho, los tres Airénes de calidad que conozco no tienen nada en común entre sí! Y ¿qué decir sobre un Doré de El Tiemblo (Sierra de Gredos)? Que yo sepa, es la primera vez que se vinifica por separado esa variedad, en vez de enviarla a la cooperativa para mezclarla con todo el resto de las uvas. Claro que no se puede identificar la variedad – es que nadie la ha catado nunca antes, ni existe un historial de opiniones y criterios.
En fin. Me alegro que mis vinos hayan gustado y que hayan sido dignos de ser comentados! eso me anima mucho 🙂
Hola Fabio.
Al revés, gracias a ti por dedicarnos tu tiempo durante la cata. Si además entras en la Enoarquía a leernos ya es un lujo, pero que además te animes a compartir tus impresiones con nosotros… ya ni te cuento.
Creo que estamos de acuerdo en todo. Entiendo que resulte difícil, por no decir imposible, poder valorar de manera acertada cuando no se tienen referentes. Por eso creo que tendemos a comparar con nuestras experiencias previas y nuestras expectativas. Y claro, ya se sabe, las comparativas son odiosas o cuando menos injustas.
Lo que está claro es que tanto tú como tus vinos os desmarcáis de lo establecido y en ello recae mucho del valor de tu trabajo. Si elaborases vino en otras regiones con mayor recorrido histórico, tengo la sensación de que también te saldrías de lo convencional y resultaría igual de complicado poder catalogar tus creaciones. Pero incluso me atrevo a ir más allá, ya no es que sea difícil comparar tus vinos dada la ausencia de referencias en la zona, es incluso imposible comparar tus mismos vinos entre sus diferentes añadas. Comprendo las variaciones existentes de un año a otro, pero… ¡tu Airén 2013 es otro vino al de 2014! 😀
Me fui de la cata con más incógnitas que respuestas, ¡incluso más de las que ya traía! Pero no me cabe la menor duda de que estás en el camino correcto, aunque en tu caso sea saliéndote de él. 🙂
Un abrazo
PS1: Con respecto al tema de Daniel, disculpa el malentendido, lo hablé con varias personas al término del evento y todos te debimos entender mal. Me llamó tanto la atención que creí necesario comentarlo en el texto.
PS2: Espero que pronto podamos hacerte una visita desde la Enoarquía, para debatir de todos estos temas, aprender más de ti y de tus viñedos y, sobre todo, lo podamos hacer con tus vinos delante, que es la mejor manera de entenderse. 🙂