La añada 2010 en Borgoña de la mano de uno de los grandes: Méo-Camuzet

By 3 abril, 2013Cata2

Uno de los muchos defectos que suelen afectar a aquellos que llegan al poder o a la riqueza, de improviso, es su necesidad imperiosa por aparentar. Su máximo deseo queda reflejado en la ostentación. El mundo del vino también sabe de estos nuevos ricos, gente ajena al campo, cuyo principal interés es ver su apellido en la etiqueta o en una bodega moderna, diseñada por un arquitecto de fama y renombre. Otros, sin embargo, dejan que el vino hable por ellos, que transmita su origen.

A mi entender este es el caso de Méo-Camuzet, quizá su acercamiento al vino se basase más en las vinculaciones familiares con la política y las esferas del poder, puede que simplemente fuesen compilando tierras (algunas de las mejores, eso sí) con el único afán de poseer. Lo cierto es que cuando miraron hacia su patrimonio, a sus tierras, lo supieron hacer muy bien al confiar muchos de sus pagos a Henry Jayer y buscar que fuese el terroir el que mostrase todo su potencial.

A día de hoy, el domaine Méo-Camuzet es uno de los más reputados de toda la Borgoña y cuenta, tal como decía, con alguno de los principales crus de la Côte d’Or.

Los orígenes

Etienne Camuzet, alcalde de Vosne durante muchos años, fue quien creó el domaine y quien compró Clos Vougeot en 1920 para acabar cediéndolo a la Confrérie des Chevaliers du Tastevin en 1945, poco antes de morir. También fue Etienne quien encarga el cuidado de algunos de sus pagos a Henri Jayer, más concretamente los de Richebourg, Brulées y el famosísimo Clos Parantoux. Su herencia pasó a manos de su única hija, quien falleció sin descendencia, por lo que las propiedades acaban en manos de su sobrino Jean Méo, a quien se debe el nombre actual de la bodega. Pero Jean también, más ocupado en la política que en los quehaceres del campo, pide a Jayer que se ocupe él de todas sus viñas. Todo un acierto viendo el enorme talento de Jayer para aunar la tradición con la modernidad. En su día fue visto como un revolucionario que supo sacar ventaja de los avances técnicos para plasmar su visión, hoy nos referimos a él y a su legado como clásicos.

A Jean le siguió su hijo Jean Nicolás, el primero de la saga en volver la vista al viñedo. Coincide además la jubilación de varios de los viticultores que tenían arrendadas las viñas, por lo que estas vuelven a estar en poder del domaine. Una situación de arrendamientos que nos permite diferenciar las dos líneas de vinos que elaboran, los vinos propios del domaine Meo-Camuzet, distinguidos por su etiqueta con letras negras y sus vinos de négociant, bajo el nombre de Méo-Camuzet Frère & Sœurs, con su etiquetas con las letras en rojo.

Gracias a nuestros admirados amigos de La Tintorería Vinoteca tuvimos la oportunidad de adentrarnos en la añada de 2010, un año bastante difícil, ya desde casi sus inicios debido al corrimiento durante la floración, lo que redujo considerablemente el número de racimos y el tamaño de las bayas; más tarde con lluvias durante el mes de agosto, que también afectaron durante el comienzo de la vendimia y penalizando, como casi siempre, a aquellos viticultores más medrosos a la hora de esperar una mayor maduración de la uva. En definitiva, a nuestro modo de ver, una añada complicada, con una acidez que le acercaría al clasicismo de un 2008, aunque con un estilo más próximo a 2005, aunque claro, sin tanta concentración.

La cata

  • El primer vino catado fue el genérico Bourgogne 2010. En un 40 – 50% elaborado con uvas de sus viejos viñedos en Vosne Romanée y Flagey, la cuvée se complementa con la compra de uvas y vinos de viticultores de la Côte de Nuits (Marsannay, Fixin, Morey y Nuits Saint Georges). Con un 50% de madera nueva, se muestra mucho más potente de lo habitual para un bourgogne. El trabajo en la viña se basa en podas cortas para las vides más viejas y a la jóvenes dejarlas crecer, para que se desfoguen y luego someterlas a una severa poda en verde.

    Color frambuesa. A copa parada ya es una apoteosis de fruta roja, cereza; en movimiento se potencian dichos aromas. En boca es algo astringente, encorsetado por la madera, necesita pulir unos taninos que denotan demasiado protagonismo de la barrica. Lo resumiría como fruta en nariz, madera en boca.

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  • Vosne Romanée 2010. Fruto de dos viñedos diferentes, ‘Les Barreaux» (cerca de Richebourg) plantado hace 25-30 años y ‘Les Communes’ con cerca de 60 años. El primero aporta el vigor y la acidez y requiere alargar la vendimia hasta alcanzar la mayor madurez posible, el segundo ofrece la consistencia de las cepas viejas.

    Difícil no compararlo con el vino anterior, sus aromas son más sutiles, más fino, aunque se confunda con un carácter más callado. En boca sigue mostrándose algo mudo, pero pese a todo denota su sedosidad.

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  • Chambolle-Musigny les Cras 2010(Méo-Camuzet Frère & Sœurs). Pese a no ser ellos los propietarios del viñedo, se encargan absolutamente de controlar todo el proceso, a pesar de su juventud y gracias a su orientación sur, se trata de una de las primeras parcelas en madurar y, por tanto, en ser vendimiadas. Es un viñedo extremo, casi arriba del todo, con una gran pendiente.

    Color cereza roja. A copa parada no me habla, en movimiento tampoco, calla, nada y súbitamente ¡Medicinas! ¡Linimento! ¡Cómo nos gustan estas sorpresas que nos ofrece el vino! En boca es largo, potente, poderoso, lo que entendemos por un vino masculino.

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  • Nuits-Saint-Georges aux Murgers 2010. Este Premier Cru proveniente de un viñedo plantado entre 1965 y 1972 ofrece uvas de maduración muy temprana. Sin embargo, se caracteriza por una acidez sorprendente, quizás debido a la composición de sus suelos, aquí a la arcilla y a la caliza típicas de otras parcelas, se unen la grava e incluso la arena en la parte más superficial.

    Color cereza oscura, sin llegar ni mucho menos a picota. Copa parada, vino parado, en movimiento… sutileza. Muy grato en boca, de paso sedoso, deja un final algo terroso. Muestra una evolución hacia un vino complejo, largo, hasta este momento el mejor de la cata. Vino de un gran equilibrio. Por lo visto, Nuits-Saint Georges será una de las mejores apelaciones en esta añada de 2010.

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  • Vosne-Romanée aux Brûlées 2010. Premier Cru. La plantación original data de la década de 1930. Es de esos viñedos, de los que se dice que el vino se hace solo. Su nombre significa “quemado”. Se caracteriza por una gran presencia de roca madre.

    Color cereza con un brillo muy bonito. Sus aromas son frutales, florales, profundos. En boca, entra solo y lo hace para quedarse, no se va. Grandísimo equilibrio entre la acidez y los azúcares. Su evolución anticipa una gran complejidad y largura, se trata de un vino redondo. Bueno, bueno.

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  • Clos de Vougeot 2010. Grand Cru Pegado al château, en la mejor zona de un cru tan ecléctico como este. Sus vides, algunas plantadas en 1920, poseen unas raíces que profundizan hasta zonas insondables de las que regresar con todos los nutrientes que requieren.

    Color cercano al picota. Los aromas reconozco no ser capaz de definirlos, dentro de una gran finura y elegancia. En boca muestra el porqué de ser un Grand Cru, largo, complejo y muy persistente. Delicado y fino, a la par que concentrado e intenso.

Nada mejor para tratar de no despertar de una cata de ensueño.

Gracias, una vez más a la gente de La Tintorería y en especial a César, por seguir enseñándonos tanto.

6 Comentarios

  • Carlos.M.I dice:

    Impresiones de un novato con vinos de Borgoña:

    -Es un mundo de sutilezas. Vinos de capa media y poca concentración, con maderas muy delicadas y dominados por la acidez en distintos grados de finura y eso que, para el estilo Borgoñón, los Camuzet son vinos bastante concentrados.

    – El olor no es aroma ni buqué, es perfume y casi siempre de mujer. Son tremendamente aromáticos, muy florales -pétalos marchitos-, especiados y finalmente minerales con suaves notas de grafito, incluso de arcilla, tierra o terruño. Muestran sus secretos aromáticos con parsimonia y mucho empaque. Los más complejos son como una rueda de aromas que se va descubriendo poco a poco.

    -Son sorprendentemente largos y satisfactorios. Hacen salivar y abren el apetito. Su tacto en boca es sedoso y señorial.

    Esa Pinot en su auténtica patria, ancestral, muy delicada y diferente, es otra historia.

    Que quede claro que lo que hicimos aquella noche, en aquel ambiente familiar que invitaba a levantarse y abrir cualquier botella de las que nos rodeaban, fue un infanticidio. Los vinos estaban bastante crudos con excepción del Les Cras, el más «terminado» de todos ¿Pero quién puede esperar diez o veinte años?

    • Lorenzo Alconero dice:

      ¡Genial Carlos! tu aportación es justo lo que se necesitaba para completar el post. Estoy de acuerdo en todas tus apreciaciones ¡Ay, qué difícil resulta a veces transcribir en palabras nuestras sensaciones!

  • Vero dice:

    Muy buena crónica y notas de cata Lorenzo. Y, Carlos, no puedo estar más en sintonía también con tus impresiones: perfume, sutileza, floralidad, vinos largos. Cierto que abren el apetito, después devoramos 🙂

  • Lorenzo Alconero dice:

    Gracias Vero, si tuvieras que elegir, ¿con cuál te quedarías?, ¿cuál te gustó más?

  • Vero dice:

    Ummm, veamos, pues me sorprendió bastante el Les Cras y me gustó mucho el Aux Brûlées, pero me quedaría con el Grand Cru 🙂

  • Lorenzo Alconero dice:

    Hola Vero, completamente de acuerdo, sobre el papel, esa era la terna ganadora y creo que así fue, tenía muchas expectativas con el Brûlées en esta añada, pero veo al Vougeot con mayor potencial.

    A algo de distancia, claro, pero como para tener en cuenta como una buena opción de compra, yo resaltaría el Nuits-Saint-Georges aux Murgers. Por cierto Vero, pregunta un tanto absurda al no tener casi nada en común, pero aún así, ¿te gustó más este último o el Clos de la Marechale de Mugnier?

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